Nuestro país depende fuertemente de la actividad agropecuaria y su sustentabilidad. El cambio climático afecta cada vez en mayor medida su viabilidad y amenaza a pequeños y grandes productores. Los cultivos extensivos, la granja, la ganadería, la forestación y otras actividades del agro sufren cada vez con mayor periodicidad los azotes de fenómenos naturales como vientos, tormentas y granizo, altas temperaturas que producen incendio, y otros factores como enfermedades animales.
La severidad de los daños puede provocar la quiebra de productores que invierten grandes sumas de dinero en insumos, maquinarias, mano de obra, logística; y en otros casos, puede condicionar la prosperidad de familias que dedican su vida, generación tras generación, a emprendimientos agropecuarios de menor entidad.
Para enfrentar estos eventos climáticos inevitables es necesario estar asesorados para poder contar con diversas opciones de protección, con coberturas a medida y que posibilitan la continuidad de la producción año tras año.